Nos
sobran motivos para el miedo. Como vivimos cercados por la mentira y el
silencio, al temor por la suerte de Teresa Romero se suma el de los aún
desconocidos desastres que los recortes en sanidad provocarán mañana, y
hasta la posibilidad de que, en el colmo del cinismo, el Gobierno
aproveche la ocasión para liquidar lo poco que queda de cooperación y
ayuda al desarrollo. Todo lo malo que hayamos sido capaces de pensar
alguna vez se va cumpliendo sin remedio. Por eso quiero llamar hoy su
atención sobre el TTIP, siglas que probablemente desconocen aunque pesan
como una amenaza silenciosa sobre su futuro. EE UU y la UE negocian
desde hace año y medio el Tratado Transatlántico de Libre Comercio e
Inversión en una opacidad casi absoluta. Lo poco que han declarado sobre
sus intenciones —que pretenden eliminar las barreras reguladoras que
limitan los beneficios potenciales de las multinacionales a ambos lados
del Atlántico— es ya temible. Los acuerdos que se están negociando en
secreto pueden ser mucho más peligrosos que el ébola. Si lo que temen
las organizaciones de la sociedad civil que han dado la voz de alarma
llegara a cumplirse, las multinacionales tendrían derecho a cuestionar
las decisiones que tomen Estados soberanos y a ser indemnizadas cuando
éstas les perjudiquen. Para colmo, el tribunal que dirimiría estos
conflictos no sería público, sino privado. Tres abogados con intereses
en la disputa fijarían la sentencia y la multa correspondiente, sin
derecho a recurrir por parte del Estado sancionado. A partir de ahí, la
soberanía democrática será una cáscara hueca y el sometimiento de la
política a los poderes económicos, la norma de nuestra vida. Recuerden
estas siglas: TTIP. Porque lo peor que hayan temido al leer esta columna
se cumplirá mañana si no somos capaces de evitarlo.
Artigo publicado no El País de 13-10-14, última página, sobre o obscuro
TTIP. Sobre o TTIP ver mais informação aqui, aqui, aqui
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